martes, 7 de octubre de 2014

Epílogo

Después de un largo período de tiempo sin actualizar este blog, llega el momento de ponerle el epílogo por parte del que suscribe. Hace algo más de cuatro años nacía este blog, fruto de las andanzas de un grupúsculo de individuos que salían a la cartera sin rumbo hasta encontrar un lugar donde comer. Uno de esos días fuimos a parar al Mesón O Forno, un lugar que no conocíamos y que nos causó una grata impresión tanto por la comida, como por el lugar y el trato ofrecido. Y creímos que sitios como ese deberían ser conocidos, al menos saber que existen. Y lo mismo ocurría con casa Cándida. Y así nacía este blog. Y salvo algunas excepciones, ese fue su caminos y su cometido: dar a conocer lugares poco conocidos donde el buen comer se practica en toda su extensión. Claro que en este peregrinaje nos hemos encontrado con algunos sitios que dejan mucho que desear.

A lo largo de estos cuatro años este blog se ha ido “desinflando”, la televisión se ha llenado de programas relacionados con la cocina… han cambiado muchas cosas. El que suscribe es partidario de finalizar lo que comienza, así que esta estrada será la última que hará en este blog. Y es que en estos cuatro años han pasado muchas cosas. Hemos tenido noticia del fallecimiento de Doña Cándida Bello, propietaria de Casa Cándida, el mítico Siete Platos, quizá la prueba más dura a la que se sometieron nuestros estómagos por la cantidad y la gran calidad de los productos que nos ofrecieron. Hace algo más de año y medio doña Cándida fallecía en su casa de O Viveiró (Muras) . Y aunque doña Cándida nos ha dejado, al parecer sus sobrinos han tomado el testigo. Desde aquí vayan mis mejores deseos para ellos.

En estos cuatro años por supuesto que hemos comido :). El que suscribe ha conocido lugares para olvidar, lugares que se han convertido casi en obligatorios y establecimientos que han pasado sin pena ni gloria. Y hasta podría hacer un monográfico de “el llantar en comedores de hospitales”. Y como siempre, la opinión es mía (nuestra) y ni es ni ha sido mi (nuestro) propósito promocionar o desacreditar a nadie. Si hemos ido s un establecimiento y la comida no nos ha gustado, o el trato o el precio, así lo hemos comentado. Por supuesto que el lector podrá estar de acuerdo o no con nuestras opiniones, pero para opinar ya está tripadvisor.

El que suscribe quiere agradecer a todos aquellos que nos han seguido la paciencia para aguantar estos tostones, e incluso visitarnos de vez en cuando. Hemos contado 37.684 visitas a lo largo de estos años (según google y hasta el 7 de octubre de 2014) y 17 seguidores, incluso alguno nos ha leído y enlazado, como zuku en http://www.clasespasivas.net/foro/viewtopic.php?f=12&t=9431#p51812 (gracias por lo de profesionales de la tripería :)). A todos ellos, muchas gracias.

En estos cuatro años, de los lugares a los que no volvería por propia voluntad son dos: A Cantina, en Doade (Sober) en el PK 12,500 de la LU-903. A este lugar fuimos a parar una noche después de una larga excursión por la Ribeira Sacra, se encuentra al borde de la carretera y parecía no tener mala pinta desde fuera. Cuando tomamos asiento el camarero tuvo a bien hacernos levantar de una mesa “por si venían más clientes”… eso cuando el comedor estaba completamente vacío, un comedor decorado con pésimo gusto, con una mezcla de estilos entre rústico y moderno-industrial que armoniza tan bien como una nécora con traje de Armani, un querer y no poder. Como no teníamos mucha hambre, pedimos un churrasco para cuatro. Al cabo de una media hora nos llega un plato de churrasco con patatas supuestamente fritas. Cuando vimos el plato no salimos de nuestro asombro y preguntamos si era para los cuatro. Pues sí. Era para los cuatro. A tres coma veinticinco costillas por persona tocaba, oiga. Las patatas, tal y como su color delataba, estaban medio crudas, por lo que pedimos que nos las pasaran más. A la vuelta apenas había diferencia con su estado original. Al menos la ensalada era comestible, y menos mal. En cuanto al vino, alguien diría que estando en la Ribeira Sacra, con los ricos caldos que allí se gestan, tendría que ser bueno… bueno, ni se os ocurra pedir el vino de la casa. Hacedme caso. Hay vinagres más sabrosos en cualquier estante del Mercadona. Y no, no vinieron más clientes...

El otro lugar al que no volvería sería la Tapería El Convento, en el campo de la Compañía, Monforte de Lemos. De este lugar tan sólo diremos tres cosas: una, que el vino se sirve en copas SECAS, si queremos el vino aguado ya lo haremos nosotros. Dos, que la ensaladilla congelada no es precisamente comida casera. Y tres, que las vitrinas para alimentos son para eso, para alimentos.

También destacaremos dos lugares de excepción, dos lugares a los que hay que ir sí o sí. Uno de ellos es la Tapería o Xugo, en la Avenida de Lugo, en Monforte de Lemos. Cantidad, calidad, buen precio, buenos vinos, cerveza de bodega, platos innovadores caseros, postres irresistibles como la tarta “Muerte por chocolate” y siempre un trato amable. Una apuesta segura que no decepcionará a nadie. Incluso si sólo pasas a tomar una cerveza o un vino, te ofrecerán un surtido de tapas que cambian diariamente, a escoger entre una docena de opciones (tortilla, callos, empanadas, guisos variados, chocos, etc.). Y todos los jueves se acerca un pulpeiro desde O Carballiño para ofrecer Pulpo á  feira preparado a la entrada del local al modo tradicional. Hasta te pueden prepara la comida para llevar. Se recomienda reservar mesa. Obligatoria la visita tanto para clientes como para hosteleros. Para algun@s camareros o similares: es una leyenda urbana que cuando un comedor está lleno y el camarero que lo atiende se ríe, Hacienda te mete un recargo del 15%. De verdad. Probad a sonreír.


Otro lugar a destacar es Casa Pepe, el Rey de la Codorniz, en O Saviñao. Ctra. Vieja Chantada-Monforte de Lemos, Km. 20. Un lugar donde se recomienda reservar mesa antes de ir. No es el más limpio ni el más moderno de los lugares, ni el más fácil de encontrar, pero tan sólo por el postre ya merece la pena ir. No es difícil ver salir las llamas por la chimenea en momentos de máxima afluencia. El churrasco se sirve sin patatas y las codornices a la brasa son puro vicio. Y para postre, un pijama, un conjunto de flan, helado y fruta en almíbar digno de reyes. Y  todo ello a un precio más que ajustado. Recomendable reservar mesa con antelación, ya que suele estar lleno.

Quedan otros lugares en el tintero, como el Barcelona, en Monforte de Lemos, el Ben Me Sabe, en Ourense y  otros tantos a los que la frágil memoria del que suscribe no alcanza a recordar.


Aprovecho loa ocasión para responder a dos preguntas que nos habéis transmitido los cientos de miles de millones de personas que nos habéis seguido:

-¿Es cierto que el Máster de los Premios es capaz de ilustrar una critica gastronómica utilizando sólo fotos de tangas?
- El que suscribe cree que es perfectamente capaz de hacerlo, es más, yo creo que si insistís, lo hará.
-¿Hay camisetas, merchandising o similares? ¿Os anunciáis a los lugares donde coméis?
- No, no disponemos de merchandising y tampoco nos anunciamos ni avisamos a los lugares que vamos. Vamos de total incógnito, pero a cara descubierta. Lo de entrar con la cara cubierta con un pasamontañas no da mucha confianza.


Esta entrada va dedicada a un gran amigo fallecido el año pasado, Felipe Y. Y., alguien de quien aprendí mucho y mucho me quedó por aprender, un excelente profesional en su campo, que como muchos otros tuvo que emigrar al extranjero. Va por ti, compañero.


A modo de epílogo, el que suscribe cierra esta etapa con el análisis de un establecimiento más que conocido, sobre todo en la zona de Monforte de Lemos, cuya fama le precedía: Restaurante Polar.

En todos los pueblos, ciudades, aldeas o villas, cuando te diriges a sus indígenas lugareños preguntando por un sitio donde comer, siempre salen a la luz al menos dos o tres sitios. Y Monforte de Lemos no podría ser menos. Entre las variadas opiniones de los indígenas lugareños un alto porcentaje dirán sin dudar más de tres segundos “La Polar”. El Restaurante Polar, lugar de encuentro cafetero en las mañanas monfortinas, se encuentra en la Calle Cardenal, en pleno centro. Es fácil de encontrar, es uno de los cuatro o cinco establecimientos que con sus terrazas invaden la calle haciendo difícil tanto mirar los escaparates como circular a pie. Este restaurante-cafetería ya era conocido por el que suscribe, que sucumbiendo a los cantos de sirena y a las leyendas urbanas de que hacían unas pizzas excelentes, comió allí una pizza. Disponen de una amplia variedad de pizzas a un precio único, algo menos de unos 8 euros independientemente de los ingredientes que lleven (sólo los de la carta). Y no era para tanto. Una pizza correcta tirando a normalilla, sin destacar ni por la masa ni por los ingredientes.

En este “reencuentro” el que suscribe fue invitado a una comida de despedida de una buena amiga y mejor persona. El acontecimiento coincidía con una romería popular que hizo que varios restaurantes del lugar cerrasen sus puertas. Al llegar, una pizarra nos avisa de que el precio en terraza del menú es distinto al precio en comedor, con una diferencia de unos tres euros más caro el menú en comedor. Desconozco a qué se debe esa diferencia de precios, o si hacían rebaja por comer en la cocina o encima de la cafetera. A la entrada nos recibe con cara de funeral una amable señorita que directamente nos pregunta qué queremos. Lo del buenos días, para qué decirlo? Nos indica que no hay sitio, que debemos esperar. Un vistazo al local me permite ver dos mesas libres, pero insuficientes para el número de comensales. Así que esperamos, hasta que una de las invitadas, aprovechando que conocía al dueño, le pregunta por un comedor anexo. Dicho comedor se encuentra cerrado, según un señor con bigote. Pero el dueño decide abrirlo. Y yo me pregunto… Si hay sitio, y sólo se necesita abrir una puerta y encender unas luces… ¿para qué hacer esperar a los clientes?

Una vez que entramos en el comedor recién abierto, acompañados de una camarera igual o menos simpática que la primera, tomamos asiento. La carta que nos entregan es amplia, un poco desordenada, donde puedes encontrar platos a un precio en una página y en la siguiente, esos mismos platos acompañados de otro en una especie de micro-menú o de oferta del tipo “toma dos y paga uno y pico”, lo que dificulta un poco la elección. Asimismo, cuenta con un menú del día, que fue la opción por la que optamos los seis comensales.

Entra los primeros destacamos los callos, la ensalada de aguacate y la ensaladilla con jamón ibérico y gambas. Nos toma nota otra camarera, Sama, el polo opuesto a la anterior, una mujer de enorme simpatía y exótica belleza. Tras media hora de espera, dos pedazos de pan menos por cabeza y un par de copas de vino menos, vuelve a aparecer Sama y pregunta a la camarera simpática II por nuestros platos… lo mismo que si le preguntaras por la ecuación de Schrödinger a la farola de la esquina: ni flores. Al poco tiempo vuelve Sama con los platos:

Los callos: buenos, sin ser espectaculares, y faltos de picante según el que suscribe y buenísimos según otras tres comensales. De aspecto, el que se espera de unos callos.

La ensalada de aguacate, muy buena según la persona que la comió, destacó la buena combinación del aguacate con el jamón y el resto de los ingredientes.

La ensaladilla rusa con jamón ibérico y gambas: muy buena según la comensal que la pidió. Pelín escasa desde mi punto de vista.

De nuevo, espera para los segundos platos, servidos por camarera simpática II (no le vi la placa con el nombre), aunque menos que en los primeros platos. Al menos tuvieron el buen detalle de traer un recipiente de cristal con hielo para mantener las bebidas frías durante el tiempo de espera. Entre los segundos platos hubo:

-Arroz a la marinera: en cantidad más que suficiente para una o dos, incluso tres persona. Arroz caldoso con marisco, servido en sartén alta. Aunque para el que suscribe, que prefiere el arroz más seco, lo encontró soso, hay que reconocer que el grano estaba en su punto, cosa que no es fácil encontrar en muchos restaurantes que se precien. De intenso saber, escaso en sal, fue calificado por su comensal como riquísimo.

- Bacalao al horno: servido en tartera de barro acompañado de abundante salsa, almejas y patatas, fue calificado como muy bueno por tres de las comensales.

-Rabo de toro estofado: la verdad es que es un plato difícil de encontrar por estas latitudes y menos de menú, por lo que el que suscribe sospecha que será de ternera y gracias. Bien cocinado, acompañado de unas patatas fritas, he tenido ocasión de probarlo, siendo quizás el mejor plato del Restaurante

-Picatta milanesa: el que suscribe, atraído por lo exótico del plato, se decide por un plato que consta de espaguetis con salsa casera de tomate, champiñones y jamón cocido, acompañando a dos mínimos filetes de lomo de cerdo empanados, o lo que es lo mismo, dos micromilanesas. Sorprendente por la salsa de tomate casera, es un plato que no está al nivel de los demás ofrecidos como segundos.

Llegados a los postres, las opciones escogidas fueron flan casero (en tamaño XXL) (lamentamos no haber llegado a tiempo para la foto)

Tarta de galleta (sentimos no haber llegado a tiempo para la foto)

Tarta de tres chocolates

Tiramisú.

Todo ello regado con un vino blanco de la Ribeira Sacra, aguas y refrescos varios. Había la opción de tomar café y licores varios, estos últimos invitados por la casa. Decidimos alargar la sobremesa tomando el café en otro lugar. El precio, alrededor de 15 euros por cabeza, todo incluído. El precio es en comedor, creo que columpiándose de la lámpara sale un poco más barato.


El que suscribe no entiende cómo con tanto personal como tiene este establecimiento haya tanta descoordinación y se tarde tanto en servir unos platos del menú del día. Es posible que si hubiésemos pedido algo de la carta aún estuviésemos ahora mismo sentados a la mesa. Si bien el recibimiento fue más bien frío, la despedida corrió a cargo de Sama, que con un sonrisa nos agradeció la visita. ¿De verdad cuesta tanto ser amable?

Restaurante Polar se encuentra en la calle Cardenal, 13, 27400 Monforte de Lemos (Lugo). Su web es www.restaurantepolar.com.




1 comentario:

  1. Posiblemente determinadas circunstancias ajenas a los comensales sean las que generan esos ánimos lánguidos; la explotación en la hostelería es muy abundante y se ve envuelta por el velo de la susodicha abundancia alimentaria a módico precio. Todas las personas tienen derecho a días desanimados y, seguramente, en otros momentos nos los encontramos más ufanos y deferentes.
    Pero si algo me preocupa es este epílogo...; ojalá sólo lo sea metafóricamente. Todos los libros llevan uno en cada capítulo y de estos hay muchos en cada libro.
    Vengan esas viandas y sobremesas que relatos de xantares como los vuestros hay pocos o ninguno. Aquí seguiremos leyendo y pésames para el amigo ausente.
    Breves saludos...

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